Se nos van las horas y los días. Luego las semanas se convierten en meses y los meses en años y llega un punto en el que nos acostumbramos a vivir con un elefante en la habitación. Al principio nos incomoda el tamaño e incluso nos molesta el estorbo que provoca pero poco a poco nos vamos acostumbrando a esquivarlo; incluso aprendemos a convivir con él sin que nos moleste. Se nos hace tan normal tener un elefante gordo en nuestra vida que ya ni siquiera tocamos ese tema. De pronto perfeccionamos la faena y le damos la vuelta a verdades incómodas, situaciones que no nos gustan, malos entendidos sin aclarar o discusiones que queremos evitar sólo por miedo o porque nos queremos ahorrar el drama de enfrentarnos a la verdad. No sé si es cuestión de madurez, pero aunque parece mejor idea mantener las cosas como están con tal de no hacer un desastre, al final resulta peor. Quizá sea miedo a enfrentar la realidad. Realidad que se puede transformar en una ruptura dolorosa, heridas o incluso en la posibilidad de perder a una persona amada. Hay personas que prefieren una mentira que las haga felices a una verdad que lastime. Lo cierto es que las cosas siempre caen por su propio peso y cuando caen no hacen reparo sobre quién o qué se llevan de paso.
Aceptémoslo. Hablemos de ese molesto y enorme elefante. Esas palabras que nos lastimaron, esas dudas que tenemos, esos miedos que nos paralizan, esas actitudes que nos hirieron, esas mentiras que dijimos, esas verdades que escondimos. Todo eso que transformamos en elefantes cada vez más grandes y que no nos dejan estar, amar, seguir, seguirán ahí hasta que decidamos. Y con esto no quiero decir que nos dejemos ir como gorda por el tobogán del drama, sino hablar las cosas con sinceridad, tranquilidad y madurez. No se trata de hacer problemas donde no los hay sino de enfrentar lo que se vaya presentando en la vida que compartamos con otras personas, construir una relación más fuerte y duradera.
¿Qué es eso de lo que debes hablar con tu pareja, con tu familia, con tus compañeros de trabajo o con ese amigo? Debo decirte que al final esas situaciones que evitas, como los elefantes, terminaran creciendo a tal grado que ocuparán toda la habitación y perderás de vista la salida. No te dejes aplastar por ese elefante, platica de él para que salga lo más pronto posible de ahí.
Por: Erika Frías.