A mi hijo le agradezco no ser perfecto, no haber respondido a mis expectativas, no ser un gran jugador de tenis, ni un niño tranquilo y “normal”. Le doy las gracias también por haberme obligado, de cierta forma, a enfrentar el déficit de atención, la impulsividad e hiperactividad y las maneras de confusión que provocaron. También por enseñarme a manejar mi frustración, mi mortificación, mi cara de vergüenza con los profesores. Todo ha valido la pena. Emilio necesita ser querido, respetado e incluso aplaudidos por lo que hace. No me cabe la menor duda al respecto pero cuando hay déficit de atención con hiperactividad, los reconocimientos y los aplausos desaparecen, ceden la frustración, el malestar y el enojo. Justo hoy a las 4:30 am. sonó mi despertador y por un instante recordé cómo inició este camino tan tumultuoso. La escuela es donde por primera vez notaron las características del déficit de atención, el ambiente escolar requiere habilidades que difícilmente poseía mi hijo, como prestar la justa atención a una tarea, esperar turnos o permanecer sentado. |
Al día de hoy los maestros siguen quejándose de lo inquieto que es, de que a menudo está fuera de su lugar, porque es hablador e interrumpe de manera constante, que porque generalmente ve en otra dirección en lugar de mirar al profesor o al pizarrón, por su actitud autoritaria, que porque molesta a sus compañero y que actúa inconsistentemente...
Con los ojos aún cerrados y el silencio de la madrugada hice un recuento de las veces en que en casa dejaba a la mitad la tarea, las que no podía jugar solo pero tampoco podía compartir juegos con otros niños. Aún siento la sensación que me daba (y todavía me da) su impulsividad, como si pudiera sentirla, el miedo de saber que no consideraba los riesgos… su hiperactividad que lo exponía permanentemente al peligro, de cuando corría en lugar de caminar, de cómo golpeaba a otros niños sin motivo. Volví a sentir la angustia de saber que dormía muy alterado, escuchar que se movía mucho y hacía ruidos extraños. Perdí la cuenta de todos esos los momentos…
Entre mis pensamientos; antes de que pudiera darme cuenta ya eran las 5:00 am y ya se me hacía tarde para empezar un día lleno de nuevos retos por delante que hay que echar a la bolsa…
Cuando detectamos y aceptamos que nuestro hijo tenía un problema tuvimos un choque brutal. Como papá o mamá nunca estás preparado para aceptarlo, siempre tienes este modelo de “niño perfecto” y tus expectativas sobre él son altísimas... seguiré escribiendo sobre este tema que tanto nos inquieta a varias...
¿Te has sentido igual? ¿Tienes dudas? Escríbeme...
“Nunca dejes de sonreír…”
Mirey@ Espinoza