"Nunca es demasiado tarde, o en mi caso demasiado pronto para ser quien quieras ser. No hay límite en el tiempo, empieza cuando quieras. Puedes cambiar o no hacerlo, no hay normas al respecto. De todo podemos sacar una lectura positiva o negativa, espero que tú saques la positiva. Espero que veas cosas que te sorprendan, espero que sientas cosas que nunca hayas sentido, espero que conozcas a personas con otro punto de vista. Espero que vivas una vida de la que te sientas orgullosa. Y si ves que no es así, espero que tengas la fortaleza para empezar de nuevo."
- Eric Both de "El curioso caso de Benjamin Button."
Yo era un camaleón.
Buscaba frenéticamente la manera de "camuflajearme" en el ambiente que me rodeaba porque por alguna extraña razón (que tardé más de 10 años en comprender) no encajaba con la gente de mis círculos más cercanos, empezando por mi familia (la cual amo), mis amigos, mi pareja en turno y hasta el trabajo. No entendía por qué tenía que cambiar mi exterior para que la gente pudiera aceptar mi interior. Enfoqué durante mucho tiempo mis esfuerzos en tratar de al menos pasar desapercibida para no ser foco de señalamientos y críticas. Pero la verdad era que yo no quería ser un camaleón... no quería estarme adaptando a la sociedad para pasar el rato, quería ser libre de ser.
Ya lo decía mi difunto abuelo (que el Señor tenga en su Santa gloria)...
"No te tocó ser diferente, eres diferente porque puedes elegir serlo y es una decisión que pocos se atreven a tomar, así que sé lo que eres, no será fácil, pero uno debe aceptar la responsabilidad de sus decisiones."
Me parece que algunas personas podrían ganar una medalla olímpica y con mención honorífica si juzgar fuera un deporte nacional. Deporte que por naturaleza hacemos desde pequeños, inculcado desde nuestros papás (y los papás de los papás de los papás de sus papás...me explico ¿no?). Nos han enseñado que lo diferente asusta, que está mal, que no es seguro. Pero me cansé de sudar hasta la última gota de mi ser por ser la persona que mis papás, mis amigos, jefes y parejas esperaban que fuera... Llenar las expectativas de otros es una tarea desgastante e infructuosa porque ¡NUNCA ESTÁN CONFORME! y para tal caso, ¿al final cuál es la recompensa? LA FELICIDAD DE ALGUIEN MÁS.
No crean que me pongo a filosofar muy seguido, pero resulta que me acabo de cambiar de casa (por segunda ocasión en un año), oportunidad que aproveché para tirar, regalar y sacar cosas y recuerdos empolvados que tenía en los rincones más escondidos de mi clóset. Soy de esas personas que guardan TODO, tengo un "cuadro de recuerdos", diarios desde la preparatoria, cajas de mi infancia, de la secundaria, de la preparatoria, de la universidad, una caja por cada hombre que estuvo en mi vida, cajas de cartas que he recibido, de envolturas de dulces que me han gustado, de etiquetas de ropa, de tapas de plumas (por si un día necesitaba una), de borradores de figuras, de hojas estampadas, de pedazos de tela de ropa que deseché pero que me gustaba muchos y cien más que si sigo nombrando me acabo el espacio de esta entrada... La cuestión es que vi que realmente guardaba cosas por ansiedad, por miedo a perderme, olvidar y por un cierto apego a mi pasado. Con un revoltijo de emociones dentro tiré más de la mitad de las cajas y decidí dejar de acumular cosas materiales para tener espacio para vivir mi presente.
De ahí salió esta idea de desechar también la caja de críticas que tenía en mi alma, la que me dolía abrir pero que guardaba porque pensaba que me definía, pues la mayoría de éstas venían de personas que amaba. Saqué también la caja de las expectativas de mis papás y de las pretensiones de mis amigas. Me deshice de la caja de mis errores y de las cosas que no hice en mi adolescencia. En fin... debo decir que temí sentirme vacía, creí que era una ironía no tener espacio para más vacíos, pero la realidad es que me siento más ligera, más fresca, MÁS LIBRE.
Aún estoy trabajando en sacar malos hábitos e incorrectas actitudes. Cerré ciclos inconclusos y estoy iniciando nuevos. No es nada fácil, pero se requiere valor para aceptar quién eres, decidir si quieres ser diferente y afrontar esas decisiones; porque no vivimos la vida “que nos tocó”, vivimos la vida que elegimos tener. Ya dejé de ser un camaleón, no vuelvo a disfrazarme de alguien que no soy y estoy segura de que a más del 90% de la gente que conozco no estará de acuerdo con lo que haga, pero me rodearé del 10% que me apoye. De eso se trata... de perseguir TU PROPIA FELICIDAD.
"Lo que hacemos hoy, tiene eco en el mañana..."
¡Nos estamos leyendo!