Podría hablar de las cosas más maravillosas y bellas de ser mujer, pintar de rosa todas y cada una de las cosas que vivimos, pero me gusta ser algo más realista lo cual no significa que ser mujer no sea un placer. Creo que todas (o al menos la mayoría) tenemos esa parte oculta que sólo nosotras sabemos y escondemos bajo ese perfecto maquillaje, aquellos tacones de ensueño que nos hacer ver más seguras, esa bolsa que hace juego con tus accesorios y la enigmática sonrisa que ilumina nuestros rostros.
No estoy sola en esto, aceptémoslo, la belleza cuesta y duele, pero, ¿realmente lo merece?
Por ejemplo la depilación... Esas depilaciones con cera sumamente dolorosas e irritantes para la piel, cuando decides comprar un rastrillo de hombre para rasurarte por qué piensas que es más efectivo ¿Cuántas no lo hemos hecho? Y finalmente recurrir a la depilación láser, la cual pensamos es la maravilla y bueno si que lo es, pero el proceso es realmente doloroso, aunque al final sea casi perfecto. Después de disfrutar de unas ricas vacaciones en la playa sin la preocupación de tener que deshacerte de esos vellitos incómodos créeme que será la gloria y sabrás lo que te costó tanto económica como dolorosamente llegar a ese punto.
Ésta es solo una de las pocas cosas que sufrimos para vernos cada día más hermosas, sin embargo no nos arrepentimos de lo doloroso que pueda llegar a ser por que vale la pena cuando nos sentimos bellas y seguras de nosotras mismas.